FSC-CCOO Ferroviario | 23 abril 2024.

Trabajo a distancia en Adif y Adif AV: ¿siglo XX o siglo XXI?

  • Desde que se celebraran dos reuniones el año pasado para abordar el tema del trabajo a distancia con el grupo de trabajo derivado de la Comisión Negociadora del Convenio no se ha vuelto a celebrar ninguna otra y siguen, por tanto, pendientes de resolverse las cuestiones que impedían llegar a un acuerdo con nítidas garantías para el personal acogido a esta modalidad

30/03/2021.
Trabajo a distancia

Trabajo a distancia

Hasta la fecha,  en los contactos mantenidos con la dirección de las empresas para tratar de relanzar y culminar con éxito el proyecto, podemos situar los puntos de fricción en una serie de cuestiones que revelarían la resistencia de algunas direcciones y direcciones generales a la implantación de un modelo de trabajo a distancia homologable a las exigencias del Estatuto de los Trabajadores en esta materia (artículo 13).

Persisten las ambigüedades y las discrepancias en cuanto a la dotación de medios, al número de días por semana de trabajo a distancia, al número mínimo de años en la empresa para acceder a esta modalidad y a la seguridad sobre el mantenimiento de las retribuciones, cuestiones éstas sobre las que parece haber una gran dificultad entre una parte no desdeñable del cuerpo directivo para ser asumidas en los términos que plantea CCOO y que situarían el acuerdo de trabajo a distancia para nuestras dos empresas como uno de los más avanzados de España, en línea con las pautas y directrices recogidas en el RD 28/2020, que es al que remite el artículo 13 del Estatuto de los Trabajadores para la regulación.

Para CCOO está claro que la dotación de medios debe ser a cargo de la empresa, aun admitiendo un mínimo periodo transitorio hasta su viabilidad (que debe ser el menor posible para garantizar los requisitos de propiedad intelectual y protección de datos que plantea la propia Dirección). CCOO también considera que no hacen falta, ni mucho menos, 5 años para asegurar esa cultura “de confianza” que se nos argumenta para restringir al personal de nuevo ingreso la participación en el trabajo a distancia (personal que, a tenor de lo visto, más bien debería desaprender ciertos tics de la cultura empresarial de Adif y Adif AV antes que interiorizarlos); y considera, asimismo, CCOO que el número semanal de días en teletrabajo no debe ser inferior a dos, pues debe darse un equilibrio con el trabajo presencial, y no convertirse en una modalidad residual. Y, por último, y no menos importante, para CCOO el acuerdo debe contener las suficientes garantías de que trabajar a distancia no va a suponer ninguna merma de ingresos respecto al trabajo presencial.

CCOO, por tanto, insta a la dirección de las empresas a decidir si quiere situarse en el siglo XXI, abordando decididamente, en los términos que delimita la legislación vigente, el acuerdo sobre trabajo a distancia, o si quiere verse arrastrada por las inercias conservadoras de una parte de su directiva, que parece vivir anclada en el siglo XX, en los modelos de empresa fuertemente jerarquizados y hasta militarizados que aún perviven como reliquias de tiempos preconstitucionales, y en una organización del trabajo más propia de los tiempos modernos de Chaplin que de las nuevas formas de organización del trabajo y de los modelos digitales y reticulares que ya son patrón común en gran parte del mundo civilizado a estas alturas del siglo XXI.

CCOO sigue abierta a la negociación del Acuerdo sobre el Trabajo a Distancia, quiere acelerarla y cerrar el acuerdo lo antes posible, con las garantías antes señaladas, y espera que esa gran parte moderna y abierta de la Dirección de nuestra empresa sepa vencer las resistencias de quienes aún no han sabido o han querido hacer esa transición de siglos que es, asimismo, una transición mental y cultural.

La alternativa, pues, para la Dirección de Adif y Adif AV es clara: un acuerdo de mínimos sin apenas garantías en el que el trabajo a distancia sea solo una fórmula residual, o la plena integración del trabajo a distancia en la práctica cotidiana de las empresas, como una nueva y potente herramienta de productividad y creación de valor en el sentido más amplio de ambos términos: siglo XX o siglo XXI, en suma.